lunes, 30 de junio de 2014

Todo gran proyecto ambicioso nos presiona y obliga a salir de la zona de confort. Este círculo nos envuelve en una esfera rutinaria de miedo y apatía. El mundo y la vida cambian constantemente y tenemos que adaptarnos a esos cambios.

Los líderes de estos nuevos tiempos son aquellos que,  en vez de quejarse, buscan soluciones, tienen  alternativas y actúan remontando el marcador.

Sin embargo cuando alteramos la rutina, un mundo conocido nos produce miedo. ¿Por qué? Porque no hemos aprendido  a correr riesgos y atrevernos a “lanzarnos sin paracaídas”.

Ensayistas y neurocientíficos han coincidido que cuando cruzamos el caudaloso río del cambio nos enfrentamos a dos peligros:

Los demás y nuestros propios temores.

Analicemos por favor:

1. Los demás: a la gente no le gusta que cambiemos aunque sea una cuestión de mejoría. Se han acostumbrado a que seamos de determinada manera y les inquieta no tenernos “controlados” tal como nos conocen. De ahí que cuando comenzamos a nadar a la otra orilla nos gritaran que volvamos. Así que: nunca escuches a los demás cuando te has decidido a cambiar.

2. Nuestros propios temores: el cambio a veces, es como cruzar un río de agua fría. Muchos se lanzan al agua, y al llegar a la mitad del río dicen “está fría” y se regresan hasta donde estaban, a su zona de confort. Nadie nos dijo que el cambio sería incómodo. Por lo tanto, la segunda ley será: “Nunca escuches tus miedos cuando te has decidido a cambiar.

En síntesis, cuando sepas lo que debes hacer, tírate al agua y no pares de llegar hasta llegar a la otra orilla. Luego podrás escuchar y analizar lo que sea, no vuelvas atrás ni te ahogues a medio camino.  



0 comentarios:

Publicar un comentario