Por: Guillermo Cruz Antonio
Aprende del ayer, vive del hoy, espera el mañana (Albert Einstein)
Los seres humanos casi no tenemos conciencia del tiempo, aun teniendo varios relojes en casa, pero no es ese tipo de tiempo el que nos atañe, es el espacio existencial que marca nuestro tiempo en el reloj biológico, es nuestra propia vida, es ese nuevo despertar que nos produce la capacidad de asombro, la conciencia de que la visión debe ser enfocada en el pensamiento sabiendo que nosotros no somos nuestros pensamientos, este nivel en lo espiritual nos regocija, nos llena de alegría, nos da claridad para vivir.
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La destreza es aprender a vivir cada instante de nuestra vida con madurez. Es decir, tener connotaciones positivas, quiero decir experimentar el tiempo como una oportunidad de crecer y trascender alcanzando el sentido de la vida.
Por otra parte inclinarse por el juego del envejecer no tiene “chiste”. Cubrir las apariencias, evitar lo inevitable, resistirse a envejecer acelera el proceso de nuestro exterminio. Eso no deja huella y es efímero.
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Dentro de este contexto quiero terminar con un cuento:
“En una ocasión en la selva hubo un gran incendio, todos los animales huían despavoridos, en la mitad de la confusión, un pequeño colibrí, empezó a volar en el sentido contrario a los demás. Los leones, tigres, jirafas y elefantes… todos veían asombrados al colibrí, pensando qué demonios hacía yendo hacia el fuego, hasta que unos de los animales al fin le preguntó: -¿A dónde vas? ¿estás loco? Te vas a morir en el fuego, ¡tenemos que huir!- el colibrí desesperado le contestó: -en medio de la selva hay un lago, recojo un poco de agua con mi pico y ayudo a apagar el incendio- asombrado, el otro animal solo pudo decirle: - estás loco, no va a servir para nada, tú solo no podrás apagarlo-. Y el colibrí seguro de sí mismo respondió: -es posible, pero yo cumplo con mi parte-.
Te dejo con esta reflexión.
Te dejo esta reflexión